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martes, 2 de noviembre de 2010

CÓMO CONSEGUIR UN PECHO PERFECTO



Una parte muy importante viene de fábrica: es pura genética. Disponer de más fibra que grasa, tener un tamaño discreto y contar con la suerte de tener los pechos en forma de manzana (y no de pera) son factores que predisponen a una buena conservación de esta vistosa parte femenina.

Pero no todo es fruto del azar, también los cuidados son imprescindibles para que el pecho femenino mantenga un aspecto atractivo incluso con el paso de los años. Teniendo en cuenta que la mama es un importante depósito de grasa, un exceso calórico en la ingesta provocará siempre un aumento de volumen y si éste es excesivamente rápido, además irá acompañado de estrías, efecto que se multiplica en el inicio de la adolescencia debido a que entonces se suma el incremento del tejido glandular.

Entonces, ¿cómo evitar el deterioro?

El mantenimiento de la estructura de la mama es debido al tejido fibroso que contiene, pero con la edad disminuye su cantidad y su efecto es la caída de la mama. Los consejos para frenar este fenómeno que suele llegar con la treintena y se acelera en la cuarentena son seguir una dieta adecuada con abundante ingesta de líquidos, la aplicación de productos hidratantes en la piel de las mamas, la tonificación de la circulación sanguínea mediante duchas alternadas de agua fría y caliente y el ejercicio adecuado y permanente tanto general como local.

Pero llegados a este punto aparece la primera mala noticia incluso para las más aplicadas. Resulta que las mamas no contienen tejido muscular y en consecuencia no hay un ejercicio concreto que la refuerce. Sin embargo sí existe un entrenamiento para mantener el entorno mamario y la posición del tórax, como la mejora del músculo pectoral y de la columna cervical y dorsal, además de la potenciación de los músculos del brazo y del dorsal ancho.

La flacidez

Pocas mujeres poseen un pecho perfecto a partir de los 35 años. Con la edad, disminuye la elasticidad de la piel y la glándula mamaria ya no se mantiene contra el músculo pectoral, sino que es arrastrada por su propio peso con tendencia a caer hacia delante y después a deslizarse hacia el vientre o las axilas debido a los cambios de peso y especialmente a la disposición genética. La flaccidez está íntimamente relacionada con la forma de los senos. Así, los que tienen forma de manzana son los más agradecidos porque son menos propensos a la caída al estar ampliamente implantados sobre los pectorales. Son los con forma de pera los que acusan antes la decadencia y la única solución es la prevención que, además de la dieta y el ejercicio, incluye una buena salud postural, puesto que una postura recta y erguida retrasa la caída ya que al enderezar la columna se endereza el busto y la base pectoral, ayudando a mantener el pecho firme.

El sujetador: tu mejor aliado

Pero probablemente, de entre todas las precauciones que se puedan tomar, la de escoger el sujetador adecuado es la más efectiva. Millones de mujeres en todo el mundo declararon la guerra al sujetador en los años 60 y 70 en aras de la liberación femenina. Aunque sólo fuesen unas copas con tirantes, se unieron bajo el lema ‘fuera ataduras’ hasta que en los 80 la prenda volvió con fuerza y hoy nadie duda de su necesidad no ya sólo por estética sino por la salud de la mujer: incluso en mujeres con senos de volumen normal y perfección de forma, el sujetador es un elemento indispensable para la vida cotidiana y sobre todo si se hace vida activa y especialmente deporte.

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